lunes, 26 de enero de 2009

Balaclava, la carga de la Brigada Ligera

La Batalla de Balaclava


Carga de la Brigada Ligera durante la Batalla de Balaclava.

La guerra de Crimea, que enfrentó durante dos años al imperio ruso y otomano y que dió fin en París un 30 de marzo, con innumerables bajas y rupturas de pactos diplomáticos.
Pero no vengo a hablaros de esta guerra, quiero hablaros de tan sólo una batalla. Quizás no una de las más importantes pero sin lugar a dudas la más famosa. La batalla de Balaclava.

Famosa sobre todo por los acontecimientos que se sucedieron en su seno. Corría el año 1854 cuando en Balaclava, una pequeña región cercana a Sebastopol, en la península de Crimea frente al Mar Negro, se reunían rusos e ingleses enfrentados por la dominación del terreno.

Archivo:Balaklava-camp.png
campamento militar en la Batalla de Balaclava, 1855.

La batalla en sí no destacaría especialmente sino fuera por la polémica generada durante años entre historiadores sobre la famosa carga de la caballería ligera británica: más conocida como "La Carga de la Brigada ligera".
Algunos registros históricos indican que la decisión de realizar esta "locura" militar se tomó de manera apresurada y sin el debido análisis de la situación.
Los rusos, armados con fusiles y artillería, situados al final de un valle de un kilómetro y medio de largo, aguardaban pacientes la venida del ataque británico.


Lanceros de la Brigada Ligera

El episodio en concreto tuvo lugar el 25 de octubre de 1854 en el transcurso de la batalla de Balaclava. En uno de los lances, el Mariscal Lord Raglan, al mando de las fuerzas aliadas, quiso evitar que los rusos se apropiaran de unas piezas de artillería pertenecientes a una posición que habían capturado recientemente. Para tal efecto, a través del capitán Nolan, envío la orden al conde de Lucan, comandante de la caballería, de que enviara a sus unidades para prevenirlo.

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Papel con la orden que lanzo la Carga de la Brigada Ligera.

Lo que Raglan no sabía era que los únicos cañones que se podían ver desde la posición de Lucan eran el grueso de las baterías rusas, situado al otro lado del valle. Por tanto, Lucan dio la orden a Cardigan, que estaba al mando de la brigada ligera, de que tomara a unos seiscientos setenta de sus caballos y cargara contra esta posición, que estaba situada a alrededor de una milla de distancia.
Cardigan obedeció la orden y, a la cabeza, se lanzó a la carga a través del valle. La lluvia de balas y granadas se convirtió en un mortífero fuego cruzado, mientras disparaban sobre la brigada desde tres lados. A un hombre le habían cortado la cabeza, pero su torso continuaba en la montura y su lanza aún apuntaba hacia el objetivo. El fuego de la artillería comenzó a poner fuera de combate a varios jinetes al mismo tiempo. Un caballo, con sus cascos al galope, se arrancó sus propias entrañas.

La carga vista desde el lado ruso.
Rodeados por todos lados la Brigada Ligera fue aniquilada en sólo veinte minutos.


De pronto, el polvo y el humo se hicieron más espesos, y Cardigan, aún al frente de sus hombres, desapareció de la vista. La Brigada Ligera estaba ya sobre la artillería rusa. Las lanzas dieron en el blanco, las espadas derribaron a los artilleros enemigos. La brigada barrió de través a la artillería y atacó a la caballería, que estaba alineada detrás. La lucha se desordenó de manera completa. Cardigan estaba mezclado en una escaramuza, mano a mano con una docena de cosacos. Pero muchos de los británicos atravesaron limpiamente las líneas de la caballería enemiga y entonces tuvieron que luchar por cada pulgada de su camino de vuelta.
Tuvieron que enfrentarse nuevamente al espantoso granizo de la muerte, que llegaba desde tres puntos, a medida que los destrozados restos de la Brigada Ligera cabalgaban de nuevo por el valle, hacia sus propias líneas. Pero en el viaje de retorno había un nuevo riesgo: la brigada era perseguida por húsares y cosacos.

Las bajas británicas fueron impresionantes. Sólo diez hombres del 13º de Dragones Ligeros sobrevivieron y treinta y siete del 17º de Lanceros. El resto de los regimientos que componían la Brigada Ligera sufrieron perdidas semejantes.



El soldado John Wightman, cuyo padre había sido profesor de equitación de Cardigan, fue uno de los sobrevivientes del 17° de Lanceros. Dejó para los libros de historia un gráfico relato de la infructuosa carga.
En el combate del valle, Wightman había sido herido en la rodilla derecha y en la pierna, pero se negó a retirarse y continuó hacia las líneas rusas, donde un cosaco le clavó una lanza en el muslo derecho. Wightman mató al cosaco antes de que pudiera volver a herirlo. Su caballo fue acribillado a balazos, pero Wightman se las compuso para regresar desde las líneas enemigas y recorrió 400 metros por el valle hacia lugar seguro.

Mientras Wightman yacía en tierra, un cosaco que lo perseguía lo lanceó ocho veces: en el cuello, en la espalda; la lanza atravesó también su mano derecha. Pero Wightman sobrevivió, para pasar el resto de la guerra como prisionero.

Lucan había comenzado a conducir la Brigada Pesada por el valle, en apoyo de la asediada Brigada Ligera, pero viendo la inutilidad del esfuerzo, detuvo a sus hombres y se batió en retirada, con una pierna herida.

Cardigan fue aclamado como un héroe. Declaró: -Fue un acto insensato, del que no tengo la culpa.
Pero para la mayor parte de la Brigada Ligera, este tributo fue también un epitafio.
De los «nobles seiscientos», sólo unos pocos regresaron del Valle de la Muerte.

Supervivientes de la carga al final de la batalla.

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