miércoles, 28 de enero de 2009

La Batalla de Medellin (El sitio a Badajoz)

La Batalla de Medellín


Carga del 2º de Husares en Medellin.

Relevado del mando del ejército de Extremadura el General Galluzo, que se había retirado a Zalamea, por D. Gregorio de la Cuesta, avanzó este hasta Almaraz, de
La batalla de Medellín fue librada el 28 de marzo de 1809, durante la guerra de la Independencia española, entre tropas españolas mandadas por el general Cuesta, y francesas, dirigidas por el Mariscal Claude Victor. Tuvo lugar en los alrededores de Medellín, Badajoz y fue una victoria francesa. Las pérdidas españolas fueron más de 10.000 vidas y 20 piezas de artillería y las francesas casi 4.000 soldados.

Relevado del mando del ejército de Extremadura el general Galluzo donde desalojó el 29 de enero a los franceses [en el ataque del puente, la artillería ligera consiguió ocupar, por un largo y penoso rodeo, unas alturas que lo dominan, desde cuyo punto apagó los fuegos de los cañones enemigos que defendían el paso, causando además graves pérdidas a los franceses].

El I cuerpo enemigo, compuesto de las tres divisiones de infantería de los generales Ruffin, Villatte y Lewal, o sea unos 14.500 hombres y además 4.200 caballos y 48 piezas de artillería, al mando del mariscal Victor, fue enviado por el rey José sobre Extremadura contra el ejército de Cuesta, con la orden de avanzar hasta Mérida por el camino de Toledo a Talavera de la Reina.Cuesta cortó el soberbio puente de Almaraz el 14 de marzo en el momento en que iba a atacarlo el enemigo, situándose la división de vanguardia, al mando del general D. Juan de Henestrosa, frente a dicha villa; la 1ª división, a las órdenes del duque del Parque, en Mesas de Ibor; la 2ª, a las del general
Francisco de Trías, en Fresnedoso, y él se estableció en la posición central de Deleitosa con la 3ª, a cargo del marqués de Portago; componían todas las fuerzas al mando de Cuesta unos 14 ó 15.000 hombres, con 2.000 caballos y 30 piezas de artillería. El 15 cruzaron el Tajo por el puente de Talavera los generales Lewal y Lassalle, y corriéndose por la orilla izquierda protegieron el paso del mariscal Victor con la división Villatte por el puente del Arzobispo, apoyada de cerca por el general Ruffin, y el duque del Parque fue atacado por fuerzas superiores, teniendo que abandonar el 18 sus posiciones después de un obstinado y sangriento combate,
Victor-Claude Perrin "Victor", duque de Bellune, mariscal y par de Francia. (Grabado anónimo francés; R&D nº 14: 67)


















Mariscal Victor.

retirándose a Deleitosa, no sin disputar el terreno palmo a palmo. Entonces el general Cuesta ordenó la retirada general, que hubo de efectuar apresuradamente, si bien se llevó a cabo con mucho orden , por Trujillo, puerto de Santa Cruz, Miajadas.
[ la caballería de Lasalle iba picando constantemente la retaguardia española que mandaba el general Henestrosa, el cual consiguió escarmentar varias veces a sus perseguidores. El día 20 lanzó algunos escuadrones sobre el enemigo, pasado el desfiladero del Berrocal, y le causó más de 100 bajas; el 21, cerca de Miajadas, al descender del Puerto de Santa Cruz, habiendo observado que un regimiento de cazadores (el 10º) extremaba la persecución, hizo volver caras a los regimientos del Infante y dragones de Almansa, los cuales cargaron por un flanco, con tanto denuedo, a los escuadrones enemigos, que los acuchillaron y pusieron en fuga, causándoles en menos de diez minutos más de 150 bajas, con muy pocas pérdidas de su parte. Murió gloriosamente en dicha carga el alférez de Almansa D. Antonio Baeza.]
y Medellín, hasta Villanueva de la Serena, en cuyo punto se incorporó el 27 la división del duque de Alburquerque, procedente del ejército de la Mancha. Con este refuerzo, que no llegaba a 4.400 hombres, creyó ya Cuesta oportuno aprovechar el fraccionamiento de las tropas de Victor en Mérida y Medellín, y en la mañana del 28 avanzó sobre esta villa resuelto a presentar batalla al enemigo.

Despliegue de los ejércitos antes de la batalla. (En R&D nº 14: 82)
















Despliegue de las tropas españolas y francesas antes de la batalla,

El ejército español desplegó en línea formando una media luna de una legua de largo, por delante de Don Benito, desde la orilla del Guadiana hasta Mengabril, ocupando la izquierda la división de vanguardia y la primera; la segunda, el centro, y la tercera, con la del duque de Alburquerque, la derecha, bajo el mando del teniente general D. Francisco Eguía. El general en jefe se situó a la izquierda con la mayor parte de la caballería. Línea tan extensa resultó débil en extremo y más no teniendo a retaguardia reserva alguna. A las once de la mañana del 28, los franceses, ya concentrados, se presentaron frente a la línea española, pasando el Guadiana por el puente de Medellín. Por espacio de algunas horas pelearon los españoles con intrepidez, sosteniendo admirablemente la acción, hasta el punto de hacer perder terreno al enemigo, obligándole a formar los cuadros y en masas compactas, con las que causó gran estrago la artillería; y nuestros soldados, confiando ya en la victoria, amenazaban a los franceses con no dar cuartel, asegurando que los campos de Medellín serían sepulcro de todos ellos; más un incidente inesperado, trocó en un momento el probable triunfo en la derrota más espantosa.

Plano de moviento de tropas durante la batalla, de origen francés. (R&D nº 14: 105)

Mapa francés donde se detallan los movimientos principales de tropas durante la batalla.

Próxima ya el ala izquierda a asaltar una batería enemiga de diez piezas, amagaron una carga sobre ella los dragones de Latour-Maubourg; salieron a contenerlos los regimientos de caballería de Almansa y del Infante y dos escuadrones de Cazadores
imperiales de Toledo; mas volviendo de pronto grupas, se declararon en fuga desordenada. En vano el coronel de Jaén D. José de Zayas, que marchaba ya sobre la batería enemiga al frente de una columna de granaderos, apostrofa duramente a los fugitivos, tratando de contenerlos; en vano vuela a su encuentro el anciano general Cuesta para remediar tamaño desorden; todo es inútil; nuestros jinetes, turbados y ciegos por el pánico que les dominaba, arrollan a la infantería y al cuartel general atropellando al mismo Cuesta, que cayó derribado en tierra, pudiendo a duras penas volver a montar a caballo y salvarse; y los mismos que siete días antes se cubrían de gloria en Miajadas, huyen ahora descompuestos y embargados por el terror dejando abandonados a sus compañeros de armas al furor del enemigo, cuya caballería rompió pronto nuestra izquAtaque de los granaderos de Zayas sobre la batería francesa en Medellín. (Grisalla de Tomás Serra, 1945; R&D nº 14: 89)ierda dispersándola completamente; el centro fue a su vez arrollado, quedando en el campo mortalmente herido el general Trías, y a la derecha, en la que se sostuvo algún tiempo el valeroso Alburquerque, se vio a su vez envuelta en la derrota general. Los dragones franceses, que se distinguían siempre por su ferocidad, vengaron con cruel saña a sus compañeros del 10º de húsares acuchillados en Miajadas, secundándolos en su obra de exterminio los demás cuerpos de caballería, que se cebaron en las bandadas de fugitivos que se veían por todas partes, y la infantería venía detrás rematando despiadadamente a bayonetazos a los heridos, recordando las amenazas de los españoles de no dar cuartel.

La matanza fue horrorosa, las pérdidas se elevaron a más de 10.000 hombres entre muertos, heridos y prisioneros, no llegando el número de éstos a 2.000 [contáronse entre los muertos el coronel de Cádiz D. Juan de Villalva y
Angulo; el capitán D. Antonio Abaurre, que herido por una bala de cañón al principio del combate, murió a las pocas horas en Don Benito, y los oficiales de artillería capitán D. Francisco Rivespino y teniente D. Luis Mazuela.]; los franceses experimentaron unas 4.000 bajas, según un historiador de su nación, en las cinco horas que duró el combate. Los restos del ejército vencido se concentraron en Monasterio para cubrir el paso a Sevilla, asiento del gobierno supremo de la nación.
Los cuerpos que tan vergonzosamente habían huido fueron castigados por el severo general Cuesta, deponiendo de su empleo al coronel del Infante D. Joaquín Astrandi y a otros jefes y suspendiendo a los individuos de tropa del uso de una pistola. Esta arma les fue devuelta por orden de de Cuesta de 11 de agosto del mismo año en Mesas de Ibor, después que volvieron por su honor, peleando valerosamente en la vanguardia, a que fueron destinados [dice el conde de Clonard que al final de la batalla se batió el regimiento de Almansa con heroísmo, sosteniendo la retirada de la infantería, por lo cual se le concedió el escudo de distinción, y que dicho cuerpo no usaba pistola. En la orden del general Cuesta devolviendo el uso de dicha arma a los cuerpos a quien se les había recogido, se incluye, sin embargo a los dragones de Almansa.].

Fotografía aérea de Medellín y D. Benito. (Primeros años de los '70)

Vista general del espacio donde se desarrolló la batalla de Medellín, enmarcado por Don Benito, Mengabril y Medellín.




La Batalla de Kulikovo (la Batalla que salvo a Europa de los Mongoles)

Batalla de Kulikovo

Archivo:Yvon kremlin.jpg
Batalla de Kulikovo. Lienzo en el Gran Palacio del Kremlin, pintado por Adolphe Yvon.

La Batalla de Kulikovo (en ruso Куликовская битва) tuvo lugar entre los tártaros y los mongoles de la Horda de Oro contra los rusos. Sucedió el 8 de setiembre de 1380 en la llanura de Kulikovo, próxima al río Don (perteneciente ahora al oblast de Tula) y terminó con la victoria rusa. En el lugar de la batalla se erigió una iglesia memorial, construida según el diseño de Aleksy Shchúsev. En la batalla, unos 50.000 rusos al mando del gran príncipe de Moscu, Demetrio, vencieron a 50.000 a 100.000 tartaros y mongoles al mando del Mamai, tras su derrota los tartaros, bajo el mando del siguiente kan Toqtá, saquearon Moscú y mataron a 40.000 rusos.

La mayoría de los grandes imperios mundiales ha nacido a partir de sangrientas luchas para liberarse de tiránicos opresores, el caso más brutal y quizá un poco desconocido es el del imperio ruso. Hacia el año 1225 el mítico jefe mongol Gengis Khan invadió los distintos reinos rusos que tenían como capital a Kiev y los doblegó por completo, la desunión de esos años iba a costarles casi un siglo de esclavitud sirviendo al peor de los dictadores: un Khan mongol. Los territorios rusos conquistados pasaron a llamarse estado de "La Horda de Oro", y fueron gobernados por mongoles, dicho sea con mano tan dura que impidió cualquier aparición de un líder que unifique a los oprimidos y los conduzca a una guerra de independencia. En ese tiempo un reino al norte aislado geográficamente llamado Novgorod había creado un gobierno semi-exitoso que se dio el gran gusto de formar un ejército y bajo el mando de Alexander Nevski derrotar a una cruzada noruega-sueca en su contra. El triunfo fue muy celebrado entre el pueblo ruso, en aquellos tiempos aburrido de que los mongoles se lleven a sus jóvenes mas sanos para pelar en un ejército donde servían de carne de cañón y además las jóvenes más bellas pasen directamente a engrosar el harén del déspota de turno. Empieza entonces un movimiento político e intelectual para preparar un sentimiento nacionalista que le de a la nación un líder capaz de suceder a Nevski, la piedra angular de este plan fue potenciar la ciudad de Moscú para convertirla en un nuevo centro urbano (capital) que permita servirle de albergue a miles de campesinos y burgueses cansados de los continuas rapiñas de los saqueadores de las estepas de los que no los libraba la exigua "protección" que les brindaba el Khan. Este resurgimiento moscovita sucedió en las narices de los khanes, que faltos de una visión más futurista dejaron crecer este cáncer en el corazón de su imperio, para cuando se pondrían en acción ya sería demasiado tarde.

Retrato de Dmitri Donskoi

Luego del éxito de Nevski pasaría un largo tiempo sin que nadie pudiera recoger su legado, hasta que un descendiente lejano llamando Dimitri Ivanovich asumió el principado moscovita y sintió que era el momento decisivo para librarse de los khanes. A principios del año 1380 empezó una serie de visitas a los principados vecinos: Susmalia, Rostov, Bielozersk y Pskov entre otros para convencer a los gobernantes de entregarle tropas para vencer a La Horda de Oro en batalla abierta, pese a que muchos le recomendaban iniciar una táctica de guerrillas, finalmente la vehemencia y promesas de Dimitri convencieron a todos y el príncipe comenzaba a convertir su sueño en realidad. De inmediato se rehusó a pagarle tributos a sus opresores y desafió al Khan reinante Mamai con afrentas diplomáticas, el perezoso Khan no estaba muy dispuesto a pelear pero si su corte guerrera que inició una "recolección" de recursos y guerreros por todos los confines del imperio. Por esas épocas existía una alianza comercial entre los mongoles y algunas ciudades italianas como Génova o Venecia, embajadores del Khan llegaron a Génova pidiendo refuerzos para una gran incursión contra los rusos prometiéndoles oro y tierras, una fuerza de infantería de 5.000 soldados se dirigió a las estepas para apoyar la expedición de castigo. Dentro del imperio de La Horda de Oro se realizaba una gran leva que permitiera reunir el más grande ejército visto jamás en las estepas, y el objetivo fue cumplido con creces 200.000 soldados mongoles estaban listos para partir contra los insolentes rusos. En esta campaña el cuerpo principal mongol lo componían 50.000 jinetes y 40.000 jinetes arqueros, además de una fuerza de infantería de 40.000 soldados bien armados, los restantes eran cuerpos de choque (esclavos) que no cumplirían alguna función más que la de desgastar al enemigo. Los reinos rusos iniciaban aceleradamente mientras los preparativos para reunir su ejército, se decidió prescindir de cuerpos mercenarios por su dudosa lealtad y se preparaban en la herrerías las armaduras que soportarían las cargas de arqueros montados que tantos estragos le habían causado durante la campaña de Gengis Khan

En la preparación de las fuerzas rusas tomaba activa participación San Sergio quien al más puro estilo de las cruzadas otorgaba el perdón eclesiástico a quien quisiera unirse al gran ejército de liberación. Unos días antes de la batalla ya se podía decir que se existían 150.000 efectivos para luchar contra la invasión inminente. Dimitri estaba muy preocupado de formar un cuerpo compacto de caballería que conjugara el armamento pesado con la rapidez necesaria en los combates. Así en medio de esta carrera armamentista se ponen en marcha ambos ejércitos en el otoño de 1380 momento en que deben combatir antes de que el invierno no permita el avance de grandes masas por las estepas.

MOMENTOS PREVIOS A LA BATALLA.

Los rusos tenían para aquellos tiempos unas divisiones semejantes a los regimientos actuales, que pelearían ya con cierta identificación por su patria y generales a su mando. Estaban divididos en tres facciones: en la vanguardia marchaban los soldados de la guarnición de Moscú, seguidos por las divisiones aportadas por los príncipes aliados y un cuerpo de elite de caballería. Se temía un poco a la superioridad numérica y a la ferocidad de los arqueros mongoles, ya que los rusos no llevaban grandes divisiones de los mismos y apenas contaban unos 2.000 dentro su ejército en total. Los generales rusos sospechaban de la batalla de desgaste que solían dar los mongoles con cargas de esclavos y arqueros a caballos para debilitar las formaciones y realizar una carga completa que desbarataba cualquier orden por firme que estuviera este en una batalla. Ante el plan mongol decidieron oponer una batalla defensiva que les permitiera lanzar el asalto decisivo cuando las condiciones este a su favor, entonces San Sergio dirigiéndose al imponente príncipe Dimitri portando el estandarte de una nación que estaba a punto de nacer le bendecía diciendo que entregaba la suerte de los rusos a la voluntad de Dios par que los favorezca en esta batalla.

Los mongoles se dirigían hacia Moscú para sitiar la ciudad, objetivo que desviaron para enfrentar esta fuerza que tenían delante a la otra orilla del río Don, extrañamente aún sentía Mamai que no tenía suficientes soldados y quería dirigirse hacia el río Oka a conseguir el aporte de unos príncipes rusos traidores que llegaban con 10.000 soldados a unírsele desde el norte. No existen antecedentes muy claros al respecto pero finalmente según se estimó logró reunir 230.000 soldados el día de la batalla, y dirigiéndose a los generales les comunicó el plan que los rusos ya habían previsto: lucha de desgaste para luego lanzar el grueso de sus tropas contra el centro enemigo, nuevamente vemos la gran capacidad de sobrestimar a su rival que le llevaba años en cuanto a la preparación para esta batalla.

LA BATALLA.

El día de la batalla ambos ejércitos se colocaron frente a frente en una extensa llanura al lado del río Don llamado Kulikovo (campo de las becadas) que sería testigo de un gran baño de sangre. En el lado ruso se había dispuesto una gran estructura defensiva: en el medio el contingente moscovita y en los flancos los soldados proporcionados por los príncipes rusos. En el flanco derecho una fuerza de 20.000 jinetes oculta en un bosque componía la reserva que solo actuaría ante una orden directa de Dimitri. Por el lado mongol se dispuso la misma estructura rusa, con genoveses en el centro y en los flancos la caballería ligera, arqueros y caballería de choque, amén de una gran reserva de 20.000 infantes tras la línea central. A las 11:00 a.m. empieza la batalla con una carga frontal de 16.000 esclavos contra el centro de los rusos, tras de esta carga venían 4.000 jinetes arqueros con órdenes de descargar una tormenta de flechas sobre el objetivo (el centro) y dar media vuelta hacia sus líneas. El ataque se saldó con seria bajas para ambos ejércitos, cayendo muchos estandartes rusos que rápidamente los soldados levantaban y defendían como sin ello se les fuera la vida. Mamai decidió lanzar una nueva carga de 5.000 hombres esta vez ayudado por la maciza infantería genovesa que formaban un total de 10.000, además una nueva oleada de arqueros empezó a avanzar. La siguiente carga dejó a Dimitri un poco inquieto no por el daño causado sino por el evidente cansancio por las continuas cargas enemigas, estas daban una feroz lucha contra los genoveses que se adentraban en lo más profundo de la filas rusas de la izquierda. Sus generales comenzaban a presionarlo para que envíe a la reserva, pero Dimitri jugándose el destino de la nación en su criterio se negó. A las 2:00 p.m. vino una gran carga de caballería que hizo retroceder al flanco izquierdo ruso y lo desintegró completamente, en ese complicado momento los muertos rusos ya se contaban por miles y la maniobra envolvente de los jinetes tártaros (mongoles) tenía al centro ruso en un sofocón.

La iglesia de la memoria a los heroes de la Batalla en el campo Kulikovo
La Iglesia en Memoria de los Heroes de la Batalla de Kulikovo

Mamai embriagado por su éxito no creyó necesario controlar a sus tropas y estas desordenadamente se arrojaron sobre lo que quedaba de la izquierda rusa para desbaratarla completamente. Dimitri comprendiendo que era la única oportunidad que tendría lanzó una carga completa de 20.000 jinetes sobre la desordenada incursión tártara y en unos 30 minutos había liquidado a 30.000 soldados de infantería y cargaba sobre lo que quedaba de infantería: la salida de la reserva era la señal para que cada ruso se lance al ataque sobre las posiciones tártaras, Mamai estaba completamente furibundo por esta tropa de caballería que el no había sido capaz de divisar porque estaba muy oculta en el bosque. La batalla entonces se generalizó y se pelearía aún por ¡2 horas más!, increíbles pérdidas de hombres hicieron finalmente retroceder al Khan Mamai dejando a sus hombres a su suerte escapó al amparo de su guardia personal. Dimitri quería capturar a Mamai y ajusticiarlo para sentar un precedente a su sucesor y asimismo evitar que reorganice un nuevo ejército en su contra, no corrió con tanta suerte y debió conformarse con infringirle a su enemigo casi 130.000 bajas, que sumadas a las propias hicieron que más de 200.000 hombres vieran por última vez la luz del sol ese 8 de septiembre de 1380.

El penoso levantamiento de cuerpos de los rusos duró 7 días, que actualmente se celebran con fiestas para honrar a aquellos valientes que nunca regresaron de una victoria que refleja casi como ninguna otra la dura vida en esos territorios donde la sangre derramada sería un hecho común incluso hasta el pasado siglo XX.

CONSECUENCIAS.

De inmediato los rusos se declararon fuera de la autoridad de los khanes y cesaron los pagos de tributos hacia La Horda de Oro, siendo castigada además la autoridad mongola con un invasor que se convertiría en señor de toda Asia mientras duraron sus años de conquista: Tamerlán, el cojo. El reino ruso luego de esta batalla pasó por varios gobiernos excesivamente autoritarios (Iván El Terrible) que reflejaron la influencia dictatorial de los khanes asiáticos y solo después de la caída de Constantinopla que con su largo éxodo de intelectuales y personajes criados bajo el esplendor de la cultura greco-romana traspasaron su legado artístico a un país que los acogió completamente, dicha sea también a la aceptación de la fe ortodoxa que el gobierno ruso se encargo de perpetuar con arquitectura y teología relacionado declarando más tarde un monarca que Moscú era "La Tercera Roma", después de Constantinopla.

Archivo:Donskoi.jpg
Dmitri Donskoi al vencer a Mamai, detalle del Monumento del Milenio (1862).

A pesar de que se extirpó la influencia de los khanes y sus brutales políticas de dictadura, este estilo de gobierno no pudo nunca ser eliminado completamente y gobernantes de épocas actuales como Stalin harían sentir al pueblo lo mas crudo de la represión convirtiéndose en un moderno Mongol de los cuales muchos rusos como él descienden.

martes, 27 de enero de 2009

Gilles de Rais (Barba Azul)

Gilles de Rais



Gilles de Montmorency-Laval, baron de Rais, llamado Gilles de Rais (o Gilles de Retz) (10 de septiembre de 1404 - 26 de octubre de 1440), fue un noble francés del siglo XV que luchó en los años finales de la Guerra de los Cien Años junto a Juana de Arco, a la que siguió y en la que creyó siempre. En esta guerra logró convertirse en mariscal de Francia y amasó una gran fortuna. La buena fama que tuvo en su época de grandioso combatiente contra los ingleses se vio truncada por las atrocidades que cometió cuando se retiró de sus labores militares, después de la muerte de Juana y la caída en desgracia del hombre que lo llevó a la cumbre, George de La Tremoille. Es posible que las acciones escabrosas que realizó tengan que ver con una mentalidad psicópata originada en su infancia. Asesinó a centenares de niños junto a una corte macabra, que le hacía compañía en su castillo, formada por brujos, alquimistas, videntes, adoradores del diablo, etc. Ha sido considerado uno de los aristócratas asesinos (segunda fortuna de Francia) que utilizaban su poder para cometer fechorías, como en el caso de Erzsébet Báthory. Fue un hombre que actuó siempre por impulsos, que cometió numerosos crímenes que contrastaban con una exacerbada fe y creencia en la religión cristiana, siguiendo la frase de San Agustín "Felix culpa!" ("Dichosa culpa"), y su anhelado deseo del perdón de Dios. Georges Bataille lo calificó de "niño con poder" o de poseer una "monstruosidad esencialmente infantil" y un carácter "arcaico".

En los juicios que se le practicaron expresó que actuaba según la naturaleza impuesta por los astros y que no la podía controlar. Según estudios psicológicos pudo sufrir una gravísima esquizofrenia.

Infancia y juventud

Nació en 1404 en el castillo de Champtocé (en su torre negra), bañado por el río Loira en la región de Bretaña. Fue el primogénito de uno de los grandes linajes de Francia, Guy II de Laval quien se casó con Marie de Craon, la madre de Gilles. Tuvo un hermano, René de Susset, nacido en 1407, con el cual estuvo muy unido en su infancia. Los padres encomendaron la educación de los pequeños a varios tutores eclesiásticos y nodrizas, despreocupándose de ellos. Estos tutores los abandonaron por la ya incipiente conducta desmesuradamente sádica y cruel de Gilles.

Un hecho terrible marcó a Gilles cuando tan solo tenía 9 años; su padre Guy fue atacado por un verraco moribundo mientras cazaba con otros nobles una mañana de febrero de 1414. Resultó que llegó a herir al animal pero este en su último estertor le dio una enorme embestida que consiguió incrustar los colmillos en su estómago. Guy fue llevado a su casa, en donde nada pudieron hacer por él. El pequeño Gilles vio como agonizaba su padre desangrándose lentamente, mientras sus visceras se esparcían por su lecho. Esta sangrienta visión la tuvo presente durante toda su vida y la repetiría con muchas de sus víctimas en el futuro, cuando les rajaba el estómago y se quedaba ensimismado con el espectáculo de sangre y entrañas.

Poco después de este hecho su madre Marie también murió y Gilles y su hermano quedaron bajo a la tutela del abuelo materno, Jean de Craon. Este hombre inculcó a los dos hermanos el narcisismo, la soberbia, el poder, el orgullo, con los que Gilles fue desarrollando su personalidad. Al principio Jean no prestó mucha estimación a Gilles y le dedicó más tiempo a su hermano. Entonces Gilles se fue refugiando en las bibliotecas de la casa Craon, en donde encontró a sus alter ego y héroes en el libro de La vida de los doce Césares de Suetonio. Libro que marcó profundamente el sentir de Gilles. En este recopilatorio de cómo fueron las vidas y hazañas de Julio César y los primeros emperadores romanos, Gilles vio que todos ellos ostentaron riqueza y poder y se dedicaban a los mayores placeres de la vida además de cómo impartían poder sin verse obligados a dar explicaciones. Tomó buena nota de todos los césares y de sus personalidades para después repetir esos perfiles a lo largo de su poderosa vida de noble. Sus emperadores favoritos fueron siempre Nerón, Tiberio y Calígula, personajes claramente desequilibrados. Según dijo el propio Gilles en los juicios que lo acusaron de sus crímenes, en su infancia y adolescencia no tuvo ningún gobierno de su abuelo e hizo siempre todo lo que quiso moviéndose por impulsos violentos la mayoría de veces.

A los 14 años su abuelo le regaló una gran armadura milanesa y fue proclamado caballero. Manejó pronto la espada y también fue temprano en aburrirse al practicar sólo con peleles (muñecos construidos precisamente para la práctica) y empezar a relucir toda su agresividad hacia todo ser viviente. Primero animales, pero luego con seres humanos, como fue el caso de su compañero y amigo de la infancia, Antoin. Un día propuso un duelo entre ellos con machetes, que al principio fue inofensivo, pero que luego a Gilles se le escapó de las manos y asestó con su machete en el cuello de Antoin. Gilles no ayudó a su compañero mientra éste se desangraba en el suelo y se quedó disfrutando de la visión del brotamiento de la sangre. Fue su primer asesinato, a los 15 años. Quedó sin condena debido a su condición de noble y la intermediación de su abuelo Craon. La familia de Antoin de origen humilde aceptó la exigua indemnización que se les ofreció y así todo quedó zanjado. Otros hechos criminales de su adolescencia fueron alguna que otra perversión sexual.

Su abuelo era un hombre sin escrúpulos con tal de engrandeceer su fortuna y poder; era calculador y astuto, todo lo contrario que lo que ya demostraba su nieto, que aunque también sin escrúpulos, siempre actuaba sin ninguna reflexión y era un inútil en materia de política y obtención de poder y riquezas. Un hecho marca la personalidad de abuelo y nieto; fue el del acto de extorsión mediante rapto de una gran dama a la que sus tres hermanos quisieron rescatar y que fueron encarcelados por Craon, mueriendo de hambre uno de ellos.

Acciones militares


Escudo de armas de Gilles de Rais

Su enorme agresividad y psicopatía le llevó a alistarse en el ejército para desahogarse con los enemigos a los que se enfrentaba. Su abuelo Craon quería que llegase a la cumbre del poder francés y para ello le recomendó a Guillaime La Jumelliers como consejero en política, estrategias militares y finanzas. Se puso a las órdenes de Juan V, duque de Bretaña en las querellas residuales de la Guerra de Sucesión Bretona, entre los Montforts y los Penthièvres. Luchó siempre en la vanguardia con sus soldados (tropas pagadas por él), y sus compañeros de armas lo admiraban porque parecía poseído cuando luchaba dando mandobles, con una rapidez y fuerza increíbles, pareciendo que eran los demonios quienes regían sus movimientos.

Después de esta campaña, y de vuelta a casa, raptó a su prima Catherine de Thouarscon de 15 años de edad, que pertenecía a una casa nobiliaria bretona. Se casó con ella el 24 de abril de 1422, el mismo día del rapto de forma clandestina. Tenía 17 años. Los Thouars poseían varios castillos que, juntos con los de Rais-Laval, harían de la unión la más rica y potente de Francia. Pero la familia de Catalina o Catherine no aprobó el casamiento y rechazó unir las propiedades. Gilles de Rais hizo raptar entonces a la madre de Catalina y la encerró en un castillo a pan y agua hasta que le cedió los castillos de Pauzauges y Tiffauges. Tardaron en procrear a su única hija, Marie, siete años después de su matrimonio (en 1429). Tardaron tanto en tener un hijo debido a las tendencias homosexuales de Gilles que se desinteresó por su esposa al poco de casarse. Ésta lo abandonó junto a su hija para refugiarse en una de las propiedades de su padre. Gilles nunca mostró mayor interés en ambas.

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Retrato de Gilles de Rais

Poco después de la campañas con Juan V, Gilles rindió tributo al que en esos momentos era el Delfín de Francia, Carlos VII, para combatir contra los ingleses y sus aliados de Borgoña. Lo reclutó el gran chambelán del rey, Georges La Tremoille. Este hombre hábil y astuto sabía ya de la valiente capacidad combativa y guerrera de Gilles, que arrastraba a los soldados hacia adelante en las batallas, lo que le serviría al chambelán para mantenerse en el poder mediante los éxitos militares. En esta época para los nobles la guerra era un juego y gente como Gilles y La Tremoille disfrutaban grandemente. En 1429 conocería a Juana de Arco, quedándose fascinado por lo que revelaban las voces que ella escuchaba, y dicen que también quedo maravillado por su belleza.

El Delfín Carlos entregó un pequeño ejército a Gilles y a Juana para liberar Orleans del asedio inglés. Junto a ellos estaban otros generales como el Bastard de Órleans (Conde de Dunois), el Duque de Alençon y La Hire. En sólo 8 días las fuerzas francesas lograron levantar un sitio que duraba ya varios meses. Entraron triunfales en la ciudad y todo el mundo los veían como los salvadores de Francia. Poco después contribuyó en las victoria francesas en la Batalla de Jargeau y en la Batalla de Patay. Su audacia y violencia en combate era comparable a la de los berseker. Gilles llegó a decir durante las campañas con Juana que ella era Dios y que si debía de matar ingleses por mandato de Dios, así lo haría. Se convirtió en su escolta y protector salvándola en varias ocasiones en los fragores de las batallas, como en el ataque a París a finales de 1429. Pese a la matanzas y crueldades de la guerra Gilles se sentía desarrollado espiritualmente, ya que se estaba inspirado por Juana y había dado un gran servicio a su país. Además en este mismo año de 1429 fue proclamado mariscal de Francia con tan sólo 25 años (caso único en la historia francesa), amansando una inmensa fortuna, y adoptó la flor de lis en su escudo de armas, mientras Carlos VII fue proclamado rey el 17 de julio en la Catedral de Reims.

Mientras disfrutaba de su mando de mariscal de Francia, ocurrió otro hecho que le marcaría: la captura y condena a muerte en la hoguera de Juana de Arco el 31 de mayo de 1431. Pese a que intentó ayudarla contratando un pequeño ejército de mercenarios, aún no se sabe que pasó para que no llegara a tiempo, ya que tan sólo se encontraba a 25 km. de Ruán, localidad dónde se llevó a cabo el juicio. Acusó publicamente a Carlos VII de esta muerte y llegó a llorar amargamente ante las cenizas de Juana y sintió que todo había acabado, que la vida sin ella no tenía ya sentido, que no había pureza en la guerra que se estaba librando. Su última acción en la Guerra de los Cien Años fue en la batalla de Lagny en agosto de 1432, saliendo victorioso.

Se retiró de la vida militar a la caída en desgracia de su protector el chambelán La Tremoille en 1434 después de la campaña de amparo al duque de Bourbon contra el duque de Borgoña que sitiaba la ciudad de Grancey. Después de este hecho Gilles perdió su condición de mariscal y se refugió en sus posesiones de la Bretaña francesa (concretamente al castillo de Tiffauges, ubicado en la Vendée) en donde se convirtió en todo un demonio y sus instintos más perversos afloraron. Entre la muerte de Juana y la falta de acciones violentas en guerra que tanto necesitaba, se desequilibró más aún la mente enfermiza del mariscal, ya que se había acostumbrado a las campañas, los ataques alocados contra los ingleses, la sangre y a los muertos por doquier. Esta vorágine de sangre se impulsó con la muerte de su abuelo Craon en noviembre de 1432, dejándolo con plena libertad de acción y dinero.

Su negra barba de azulados reflejos hizo que se le llamara Barba Azul. Era culto, aunque no reflexivo, ávido de riquezas pero más despilfarrador. Desde este momento se entrega a los más locos dispendios para satisfacer sus más caros caprichos. No se recuerda príncipe o rey que hubiese llevado un lujo semejante. Este hombre tenía pasión por todas las artes, especialmente por la música. Se exacerbaba con los cantos gregorianos llegando al éxtasis. Si oía decir que se había escuchado una hermosa voz, no descansaba hasta conseguir llevar a su servicio a quien la poseía, por muy lejos que estuviera, como los cantores contratados en Poitiers, André Buchet, de Vannes y Jean de Rossingol, de La Rochelle, a quienes pervirtió haciéndoles partícipes de sus orgías y crímenes. Poseía muchos pares de órganos, de todos los tamaños. El sonido de este instrumento le producía tal enajenación, que se los hizo construir portátiles para que le acompañaran en sus menores traslados. Consiguió en su exaltación religiosa, que fuera designado canónigo de Saint-Hilaire-de-Poitiers y se rodeó de una comitiva de 50 eclesiásticos junto con 200 soldados de caballería cuya sede se encontraba en la capilla de los Saints-Innocents, en Machecoul.

Por otra parte, todo el que acudía a él participaba de su generosidad; el extranjero era bien recibido, cualquiera que fuese su condición, a cualquier hora del día o de la noche; tenía hospitalaria mesa, y era raro que abandonase esa mansión sin salir colmado de dones en especies o en metálico. Gastaba dinero en ostentación para recuperar el prestigio perdido. Realizaba grandes banquetes que recordaban al relato de Edgar Allan Poe La máscara de la Muerte Roja. Gastó la mayoría de su fortuna en obras teatrales que recordaban sus campañas con Juana y en fiestas para sus extraños amigos y consejeros. Especialmente significativa fue la representación de la batalla del Orleans en mayo de 1435. Esta representación teatral contaba con más de 150 actores, trajes lujosamente detallados, infantaría dispuesta con auténticas armaduras y cuadros que simulaban multitudes. La entrada a este espectáculo era gratuita, e incluso agasajaba a los asistentes con comida y vinos. La representación costó unas 80.000 coronas de la época. Gracias a la representación de la batalla de Orleans Gilles rememoró sus días de gloria. Además mandó a construir autómatas sobre distintos tipos de pájaros, algo que le hizo menguar su fortuna, pero que levantó gran expectación entre las personas que le frecuentaban.

El castillo de Tiffauges en la actualidad

Para procurar el dinero, que le había llegado a ser cada vez más necesario, ¡a cuántos recursos tendría que apelar, a cuántos ruinosos contratos habría de someterse! Aposentadores, burgueses y mercaderes son puestos a contribución, y le adelantan a un interés usurario las sumas que, por una generosidad imperiosa, se funden entre los dedos y se hunden en un abismo sin fondo. En 1437 vendió Ingrandes y Champtocé a Juan V de Bretaña por escasos 100.000 escudos. Gilles se aproxima al momento en que se anuncia, amenazadora, la ruina inevitable. Sus cofres están vacíos; su crédito, agotado; los que le rodean en las horas dichosas, presintiendo el desastre, se alejan de él. Ante esta situación se vuelve hacia el esoterismo buscando en la alquimia el modo de fabricar el oro que le falta (se interesó por el secreto de la Piedra filosofal). Se rodeó de una corte grotesca de brujas, nigromantes, alquimistas, entre los que se encontraban Guillaume de Sillé, Roger de Brinqueville, Antonio de Palerno, Heriet, Poitou, Corrillaut, ... Finalmente, cae en manos de un embaucador florentino llamado Prelati quien le asegura que llenará sus arcas gracias a la magia negra.

El mariscal visita con frecuencia a su cómplice, se informa con ansiedad del resultado de las investigaciones. Prelati asegura a su señor que, en una de sus invocaciones, ha visto cerca de él al demonio, pero que esta aparición fantástica se desvaneció sin que hubiera podido pronunciar palabra alguna. El crédulo mariscal tenía un pánico atroz al diablo aunque nunca lo veía, hizo caso de Prelatti, con quien tenía una relación homosexual, y mandó que se redoblasen los ensalmos y las conjuras. En otras ocasiones Prelatti salía herido después de una de sus invocaciones, que siempre se relizaban en un cuarto escondido, causando en Gilles más pánico. Sillé fue el proveedor de todos los elementos para las invocaciones en Tiffauges y el padre Eustache Blanchet el de contratar a los invocadores como Prelatti o La Riviére (el cual vio al demonio en una invocación en un bosque en forma de leopardo, ante la credulidad de Gilles) o alquimistas como Jean Petit, el cual realizó varios hornos para trabajar con mercurio. Sin embargo los hornos creados deben ser destruidos ya que el futuro Luis XI, el delfín, visita a Gilles por una orden del rey Carlos V que condenaba la alquimia como herejía. Es imposible que el mariscal salga bien de sus empresas -ha dicho uno de los familiares de Gilles de Rais- si no ofrece al demonio la sangre y los miembros de niños llevados a la muerte. Porque su lectura habitual la constituyen los más ardientes poemas de Ovidio y el relato que hace Suetonio de los criminales sacrificios que exige el rey del Infierno. ¿Qué le importa el sacrificio de vidas humanas si adquiere a ese precio el poderío que codicia? A esto se unía además de su voluntad de matar a niños para su disfrute y placer personal.

En su afán por procurarse víctimas para sus sacrificios, servidores de Gilles de Rais como Henriet y Poitou recorrían los pueblos y las aldeas buscando niños y adolescentes prometiéndoles que les harían pajes en los castillos del señor de Rais. Siempre en lugares lejanos; incluso en algunas el propio Gilles con amabilidad acudía a casas de los plebeyos para asegurar a los parientes de los niños un prometedor futuro. De las víctimas los padres no tenían más noticias y si preguntaban les respondían que estaban bien. Pronto la gente se alarmó, y de Rais recurrió a los raptos. Entre 1432 y 1440 se llegaron a contabilizar hasta 1.000 desapariciones de niños de entre 8 y 10 años en Bretaña. Pero la gran locura llegaba por la noche cuando él y sus esbirros se dedicaban a torturar, vejar, humillar y asesinar a niños previamente secuestrados. Después de cada sangrienta noche Gilles salía al amanecer y recorría las calles solitario, como arrepintiéndose de lo hecho, mientras sus secuaces quemaban los cuerpos inertes de las vícitimas. El temor se apoderó de los habitantes de los pueblos. Los criados tuvieron que ampliar su campo de acción con lo que el pavor se extendía más y más. Hasta que las murmuraciones se convirtieron en gritos que llegaron a las más altas autoridades.

Llegó a utilizar varias de sus posesiones (no sólo el castillo de Tiffauges) para cometer sus fechorías, como el castillo de Machecoul, el de Champtocé y la casa de la Suze.

Una vez se aprovechó de unos niños que eran mendigos y que fueron a pedir limosna inocentemente a su castillo. Gilles los violó y desmembró. A algunos los violó ya muertos y con las entrañas al aire. Una vez muertos los abrazaba fuertemente y deliraba; en otras ocasiones se reía ante los últimos extertores del niño y muchas veces cortaba la vena yugular haciendo brotar la sangre, causándole gran placer.

En algunas ocasiones cuando asesinaba a una de sus víctimas se arrepentía y juraba partir hacia Tierra Santa para redimir sus pecados, pero al poco tiempo volvía a cometer las mismas atrocidades.

Durante los ocho años de terror, Gilles parecía no vivir en un mundo real, rodeado de gran fastuosidad y como si no se diera cuenta de las brutales acciones que llevaba a cabo. Según contó en el juicio que se le hizo, junto con su grotesca corte, cortaban las cabezas de varios niños recién muertos y hacían competiciones para elegir los rostros más bellos. Las cabezas eran ensartadas en picas y las iban calificando. Se llegó a contar que estas calificaciones las firmaba el mismo diablo, que un brujo llamado Rivière podía invocar al diablo, o a uno llamado Barrón, al cual le ofrecían sacrificios como los órganos, ojos, corazones, etc., de las víctimas; todo esto bajo orgías sexuales y etílicas.

En continuadas ocasiones el hermano de Gilles, René, intentó salvar el patrimonio familiar que Gilles estaba vendiendo, incluso con la ayuda del rey crearon una ley por la cual no podían vender más posesiones. René logró comprar el castillo de Machecoul, y vio que en este lugar se encontraban los esqueletos de más de 50 niños. Quiso silenciar lo que vio para evitar posibles malentendidos contra él.

Investigación, captura y ejecución

Pero llegó el momento de que todo esto acabara, y ese momento fue cuando el obispo de Nantes, Jean de Malestroit, investigó las desapariciones de Bretaña y vio que no eran casuales. Malestroit descubrió los crímenes gracias al hecho de que en plena depresión Gilles vendió uno de sus últimos castillos, el de Saint-Etienne-de-Memorte al tesorero de Juan V, Geoffroy de Farron; se enteró Gilles de que un primo suyo, señor de Villecigne, quería comprar el castillo y creyó que Le Farron no aceptó la anulación. Este dejó a su hermano Jean, hombre eclesiástico, al frente del castillo; Gilles en otro de sus impulsos atacó a la iglesia donde Jean celebraba misa y secuestró a este encerrándolo en Tiffauges. El ataque fue conocido por el duque de Bretaña y por el propio Malestroit. Juan V mandó a su hermano el condestable del rey a rescatar a Jean Le Farron mientras él intentaría la paz con Gilles. Al final Gilles de Rais fue capturado el 15 de septiembre de 1440 cuando se presentó a las puertas del castillo de Machecoul, donde estaba entonces Gilles de Rais, un grupo armado al mando del capitán Jean Labbé, que iba acompañado por el notario Robin Guillaumet, en nombre del obispo de Nantes. Portaban órdenes del duque. Era el fin. Gilles de Rais se entregó, junto con Prelatti, Blanche, Henriet y Poitou, y fue llevado a juicio, y el 19 del mismo mes, es decir, cuatro días después de su detención, empezó el interrogatorio que continuó el día 28, y los días 8, 11, 13, 15 y 22 de octubre.

En el juicio (altamente detallado y del que aún existen los escritos del siglo XV), pasaba del insulto a los jueces al hundimiento más absoluto y fue encerrado en una prisión acomodada por su condición de noble. Se declaró al principio inocente, pero en uno de los trastornos de personalidad que ya sufría de años atrás, rectificó y se declaró culpable quedando muy arrepentido de lo que había hecho el día 15 de octubre y finalmente el día 22 ante los jueces eclesiásticos, comandados por el obispo de Saint-Brieuc, documentó todos los asesinatos y las vejaciones que practicaba a los niños (de entre 7 y 20 años), actuaciones pedófilas, rasgaduras, colgamientos del techo por ganchos, decapitaciones, etc. Dijo que hasta había bebido la sangre de los niños, incluso cuando estos aún estaban vivos, que "necesitaba aquel goce sexual" y que escribió un libro de conjuros con la supuesta sangre de los asesinados. Fueron confesiones tremendas, toda Francia se convulsionó ya que la gente no se creía que uno de sus héroes fuera un hombre tan vil. Se llegaron a constatar 200 víctimas aunque probablemente fueran muchas más. Fue condenado por asesinato, sodomía y herejía.

Ante su desmedido arrepentimiento fue incluso objeto de compasión de clérigos y plebeyos y se concedió la petición de que fuera una comitiva detrás de él hacia su lugar de ejecución. Finalmente el día 26 de octubre de 1440, Gilles de Rais junto a dos de sus más perversos colaboradores, habiendo rechazado la gracia real (perdón de la pena que se le extendía por ser Par de Francia) fue conducido al prado de la Madeleine en Nantes para ser decapitado. Sus restos fueron enterrados con solemnidad en la iglesia de las carmelitas de Nantes, a petición del mariscal.

Fragmentos de la declaración de Gilles de Rais en el juicio

“Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes –niños y niñas- y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos –aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto- y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados".

"Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente".

"Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía...".

"Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el infierno antes de poder creer en el cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roido por los gusanos”.

“Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo… si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla”

lunes, 26 de enero de 2009

Balaclava, la carga de la Brigada Ligera

La Batalla de Balaclava


Carga de la Brigada Ligera durante la Batalla de Balaclava.

La guerra de Crimea, que enfrentó durante dos años al imperio ruso y otomano y que dió fin en París un 30 de marzo, con innumerables bajas y rupturas de pactos diplomáticos.
Pero no vengo a hablaros de esta guerra, quiero hablaros de tan sólo una batalla. Quizás no una de las más importantes pero sin lugar a dudas la más famosa. La batalla de Balaclava.

Famosa sobre todo por los acontecimientos que se sucedieron en su seno. Corría el año 1854 cuando en Balaclava, una pequeña región cercana a Sebastopol, en la península de Crimea frente al Mar Negro, se reunían rusos e ingleses enfrentados por la dominación del terreno.

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campamento militar en la Batalla de Balaclava, 1855.

La batalla en sí no destacaría especialmente sino fuera por la polémica generada durante años entre historiadores sobre la famosa carga de la caballería ligera británica: más conocida como "La Carga de la Brigada ligera".
Algunos registros históricos indican que la decisión de realizar esta "locura" militar se tomó de manera apresurada y sin el debido análisis de la situación.
Los rusos, armados con fusiles y artillería, situados al final de un valle de un kilómetro y medio de largo, aguardaban pacientes la venida del ataque británico.


Lanceros de la Brigada Ligera

El episodio en concreto tuvo lugar el 25 de octubre de 1854 en el transcurso de la batalla de Balaclava. En uno de los lances, el Mariscal Lord Raglan, al mando de las fuerzas aliadas, quiso evitar que los rusos se apropiaran de unas piezas de artillería pertenecientes a una posición que habían capturado recientemente. Para tal efecto, a través del capitán Nolan, envío la orden al conde de Lucan, comandante de la caballería, de que enviara a sus unidades para prevenirlo.

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Papel con la orden que lanzo la Carga de la Brigada Ligera.

Lo que Raglan no sabía era que los únicos cañones que se podían ver desde la posición de Lucan eran el grueso de las baterías rusas, situado al otro lado del valle. Por tanto, Lucan dio la orden a Cardigan, que estaba al mando de la brigada ligera, de que tomara a unos seiscientos setenta de sus caballos y cargara contra esta posición, que estaba situada a alrededor de una milla de distancia.
Cardigan obedeció la orden y, a la cabeza, se lanzó a la carga a través del valle. La lluvia de balas y granadas se convirtió en un mortífero fuego cruzado, mientras disparaban sobre la brigada desde tres lados. A un hombre le habían cortado la cabeza, pero su torso continuaba en la montura y su lanza aún apuntaba hacia el objetivo. El fuego de la artillería comenzó a poner fuera de combate a varios jinetes al mismo tiempo. Un caballo, con sus cascos al galope, se arrancó sus propias entrañas.

La carga vista desde el lado ruso.
Rodeados por todos lados la Brigada Ligera fue aniquilada en sólo veinte minutos.


De pronto, el polvo y el humo se hicieron más espesos, y Cardigan, aún al frente de sus hombres, desapareció de la vista. La Brigada Ligera estaba ya sobre la artillería rusa. Las lanzas dieron en el blanco, las espadas derribaron a los artilleros enemigos. La brigada barrió de través a la artillería y atacó a la caballería, que estaba alineada detrás. La lucha se desordenó de manera completa. Cardigan estaba mezclado en una escaramuza, mano a mano con una docena de cosacos. Pero muchos de los británicos atravesaron limpiamente las líneas de la caballería enemiga y entonces tuvieron que luchar por cada pulgada de su camino de vuelta.
Tuvieron que enfrentarse nuevamente al espantoso granizo de la muerte, que llegaba desde tres puntos, a medida que los destrozados restos de la Brigada Ligera cabalgaban de nuevo por el valle, hacia sus propias líneas. Pero en el viaje de retorno había un nuevo riesgo: la brigada era perseguida por húsares y cosacos.

Las bajas británicas fueron impresionantes. Sólo diez hombres del 13º de Dragones Ligeros sobrevivieron y treinta y siete del 17º de Lanceros. El resto de los regimientos que componían la Brigada Ligera sufrieron perdidas semejantes.



El soldado John Wightman, cuyo padre había sido profesor de equitación de Cardigan, fue uno de los sobrevivientes del 17° de Lanceros. Dejó para los libros de historia un gráfico relato de la infructuosa carga.
En el combate del valle, Wightman había sido herido en la rodilla derecha y en la pierna, pero se negó a retirarse y continuó hacia las líneas rusas, donde un cosaco le clavó una lanza en el muslo derecho. Wightman mató al cosaco antes de que pudiera volver a herirlo. Su caballo fue acribillado a balazos, pero Wightman se las compuso para regresar desde las líneas enemigas y recorrió 400 metros por el valle hacia lugar seguro.

Mientras Wightman yacía en tierra, un cosaco que lo perseguía lo lanceó ocho veces: en el cuello, en la espalda; la lanza atravesó también su mano derecha. Pero Wightman sobrevivió, para pasar el resto de la guerra como prisionero.

Lucan había comenzado a conducir la Brigada Pesada por el valle, en apoyo de la asediada Brigada Ligera, pero viendo la inutilidad del esfuerzo, detuvo a sus hombres y se batió en retirada, con una pierna herida.

Cardigan fue aclamado como un héroe. Declaró: -Fue un acto insensato, del que no tengo la culpa.
Pero para la mayor parte de la Brigada Ligera, este tributo fue también un epitafio.
De los «nobles seiscientos», sólo unos pocos regresaron del Valle de la Muerte.

Supervivientes de la carga al final de la batalla.

Erik Thorvaldsson (Erik el Rojo)

Erik el Rojo

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Erik el Rojo o Erik Thorvaldsson (hijo de Thorvald), alias Erikur Raudi (* 950 - 1003), pirata, comerciante y explorador vikingo.

Fundó el primer asentamiento vikingo en Groenlandia. Nació en el distrito de Jæren, Rogaland, Noruega, hijo de Thorvald Asvalsson, por lo que también se le conoce como Erik Thorvaldssen (hijo de Thorvald). El sobrenombre de "El Rojo" muy probablemente obedece al color de su cabello.

Erik, que llegan a Groenlandia Erik tuvo que huir de Noruega por causa de "cierta matanza". Su familia y él se establecieron en Islandia, de donde volvió a ser exiliado por asesinatos hacia el año 982 a su vecino Thorgest debido a un conflicto por una pala prestada y a un granjero llamado Valthjof que había asesinado a unos esclavos suyos. Erik se marchó aún más hacia el oeste.


Si bien la historia popular acredita a Erik como el fundador de Groenlandia, nórdicos anteriores a él ya habían descubierto e incluso habían tratado de asentarse en esas tierras con anterioridad. La tradición dice que un hombre llamado Gunnbjörn Ulfsson fue el primero en divisar esta masa de tierra, aunque, sin embargo, no la llegó a pisar. Alrededor de un siglo antes, fuertes vientos habrían arrastrado a Gunnbjörn hacia esa tierra, a la que llamó Gunnbjörnarsker (islas Gunnbjörn). La naturaleza accidental de tal descubrimiento, sin embargo, hace que el crédito mayor en la historia de Groenlandia lo tenga Erik el Rojo, como su descubridor oficial.

Después de Gunnbjörn, Snaebjörn Galti visitó asimismo Groenlandia. De acuerdo con registros de la época, el intento de este hombre de establecer una población allí terminó en desastre.

Dentro de este contexto, aproximadamente en 982 D.C., Erik navegó hacia esta misteriosa y desconocida tierra. Rodeó el cabo sur de la isla (conocido más tarde como cabo Farewell) y navegó la costa occidental. Con el tiempo alcanzó una parte de la costa que estaba razonablemente libre de hielo y que por tanto tenía -al igual que Islandia- condiciones que le daban probabilidades de prosperidad y desarrollo futuros. Según la Saga anteriormente citada, Erik pasó tres años de su exilio explorando esta tierra. La bautizó "Groenlandia" ("Tierra Verde") para atraer colonizadores. El primer invierno allí lo pasó en Eiriksey, y el segundo en Eiriksholmar (cerca de Hvarfsgnipa). El siguiente verano exploró toda la linea de la costa hasta lugares bastante al norte, como Snaefell o Hrafnsfjord.

Cuando con el tiempo regresó a Islandia (su exilio había terminado), trajo consigo magníficas historias sobre aquella "tierra verde". Erik bautizó aquella tierra con un nombre mucho más atractivo que "Islandia" ("Tierra del Hielo"), con el fin de atraer colonos islandeses a esta nueva tierra, puesto que creía que la gente se sentiría más atraída a esa tierra si tenía un buen nombre, uno que sea atrayente. La razón primordial para hacer esto era que Erik sabía que si quería crear un establecimiento duradero en Groenlandia, necesitaba de cuanta persona podía atraer. Su "lobby" funcionó bastante bien, y muchas personas -particularmente aquellas "pobres gentes de Islandia" y aquellos que habían sufrido los estragos de la hambruna recientemente- fueron convencidas de que Groenlandia podía ser su gran oportunidad.

Tras pasar el invierno en Islandia, Erik volvió a Groenlandia el siguiente verano en el 985 D.C., esta vez con un gran número de colonos, quienes establecieron los primeros dos asentamientos es la costa suroccidental: el Establecimiento Oriental (Eystribyggð), en lo que hoy es Julianhåb, y el Estblecimiento Occidental (Vestribyggð), en la actual Godhåb (con el tiempo, se desarrolló un Establecimiento Medio, pero muchos expertos opinan que formaba parte del Occidental). Entre ambos establecimientos, ubicados en la costa suroccidental, resultaron ser las únicas zonas donde la agricultura era posible. Durante el verano, cuando el clima era más templado, los colonos enviaban verdaderos ejércitos hacia el norte, en la Bahía Disko, sobre el Círculo Polar Ártico, a cazar. Así conseguían carne de foca, cuya piel también era utilizable como ropa, y marfil de morsas, narvales o ballenas encalladas en la costa, si tenían suerte. Es probable que en estas expediciones se hayan encontrado con los Inuit, quienes todavía no habitaban la parte oriental de la isla.


Erik el rojo de Groenlandia.

En Eystribyggð, Erik construyó la Hacienda Brattahlíð, cerca del presente Narsarsuaq, para sí mismo. Erik sostuvo el título de "Jefe Principal" de Groenlandia y obtuvo gran respeto y riquezas. La empresa de establecimiento involucró un total de 25 embarcaciones, de las cuales 14 completaron exitosamente la travesía, y de los once restantes, algunos regresaron a Escandinavia, mientras que otros desaparecieron en el océano.

El Establecimiento floreció, albergando un total de 3000 habitantes esparcidos sobre una vasta área a lo largo del Eriksfjord y otros fiordos contiguos. Llegaban grupos de inmigrantes que escapaban de la superpoblada Islandia se unieron a los colonos originales.

Sin embargo, unos inmigrados que llegaron en el 1002 D.C. trajeron consigo una epidemia que causó estragos en la población de la isla, matando al propio Erik. Con todo, la colonia rebrotó y sobrevivió hasta la Pequeña Edad de Hielo, que la hizo inviable para el estilo de vida europeo en el siglo XV, poco antes de la llegada de Colón a América. Los ataques de piratas, conflictos con los Inuit que invadían sus tierras y el abandono por parte de Noruega forzaron el declive de la población.

La historia dice que Erik y su esposa Theodhild tuvieron cuatro hijos: una hija: Frydís, y tres hijos, Leif (el también famoso explorador Leif Eriksson), Thorvald y Thorsteinn.

Erik fue ferviente defensor del paganismo vikingo, a diferencia de su hijo Leif y su esposa, quienes construyeron la primera iglesia cristiana en América en el patio de su granja. A pesar de lo que se ha especulado, parece improbable que haya sido Leif el pionero del cristianismo en Groenlandia.

Leonidas (Rey de Esparta)

Leónidas I



Leónidas I (en griego Λεωνίδας) fue el 17.º rey agíada de Esparta. Encontró la muerte en el 480 a. C., durante la Segunda Guerra Médica, en la heroica defensa de las Termópilas, bloqueando el avance del ejército persa de Jerjes I.

Fue uno de los hijos del rey agíada Anaxandridas II de Esparta. Sucedió en el trono, probablemente en 489 o 488 a. C., a su hermanastro Cleómenes I y se casó con Gorgo, la hija de éste. Al tener dos hermanos mayores, Cleómenes y Dorieo, no se esperaba que pudiera llegar a reinar, pero Cleómenes falleció sin descendencia masculina y Dorieo murió, probablemente poco antes que Cleómenes, en Sicilia luchando contra los cartagineses.

En 480 a. C., los éforos de Esparta enviaron a Leónidas al frente de 300 hoplitas y 4000 soldados aliados para bloquear al ejército persa de Jerjes I en el paso de las Termópilas.

Los 300 hoplitas constituían la guardia real, a razón de un centenar por cada una de las tres tribus en que estaban divididos los espartanos. Este cuerpo estaba formado por ciudadanos de Esparta que contasen con algún descendiente masculino a fin de que, en el caso de fallecer en combate, no se extinguiera su familia.

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Monumento a Leónidas I en Esparta.

Cabe destacar que si bien siempre se sugirió que fueron 300 espartanos los que defendieron el paso de las Termópilas, contra aproximadamente 1.000.000 de efectivos persas, las investigaciones modernas demuestran que en realidad fueron 6.000 griegos contra 250.000 persas, una fuerza impensable para la logística de la época. En cuanto a la cantidad de griegos, eran 300 espartanos cada uno de ellos acompañado por 2 ilotas (dos de sus siervos personales), además estaban presentes hombres de todas las colonias espartanas, y aliados como los beocios de Tespia.

Según una historia contemporánea, Leónidas iba acompañado únicamente por una fuerza pequeña porque se dirigía deliberadamente a su perdición, ya que un oráculo había vaticinado que todos los estados griegos, incluyendo Esparta, sólo podrían ser salvados con la muerte de uno de sus reyes, a lo que Leónidas habría respondido: «Yo soy ese rey». Sin embargo, parece más probable que Leónidas no pudiera disponer de más hombres debido a la celebración de las fiestas Carneas.

Varias anécdotas demuestran su valentía y el carácter lacónico atribuido a los espartanos. En el primer día del sitio (el 9 de agosto de 480 a. C.), cuando Jerjes exigió a los griegos la entrega de sus armas, Leónidas contestó: Molon labe (‘Ven a cogerlas’).

Los hombres de Leónidas repelieron los ataques frontales de los persas los dos primeros días. Al tercer día, el rey dijo a sus hombres: «Desayunad bien, pues esta noche cenaremos en el Hades».

Ese día, el griego Efialtes condujo a Hidarnes, general persa, por un camino entre las montañas hacia la retaguardia de los griegos. Leónidas dividió a su ejército y permaneció en el paso con 300 espartanos, 700 tespios y 400 tebanos que fueron mandados a sus hogares para contar la heroica historia de estos guerreros espartanos. Fue tal el ímpetu con el que los espartanos lucharon que Jerjes decidió abatirlos de lejos con sus arqueros para no seguir perdiendo hombres. Leónidas fue alcanzado por una flecha y los últimos espartanos murieron intentando recuperar su cuerpo para que éste no cayera en manos enemigas. La batalla duró cinco días y los persas consiguieron derrotar a los temidos espartanos, pero éstos ya habían retrasado notablemente el avance de Jerjes, lo que permitió la evacuación de Atenas y la reorganización de las tropas y las fuerzas navales, diezmando la moral de los persas y provocando un buen número de bajas.

El sitio de la Batalla Final con la piedra de la inscripción

Esparta lo enterró con todos los honores, incluyendo una exhibición de duelo no habitual entre los espartanos. En el lugar de su muerte se erigió un monumento con un león junto con una inscripción escrita por el poeta Simonides que decía así:

Ὦ ξεῖν’, ἀγγέλλειν Λακεδαιμονίοις ὅτι τῇδε
κείμεθα, τοῖς κείνων ῥήμασι πειθόμενοι
Oh, extranjero, informa a Esparta que aquí yacemos, todavía obedientes a sus órdenes.

domingo, 25 de enero de 2009

Elizabeth Bathory (la Condesa Sangrienta)

Erzsébet Báthory

Retrato en pintura de la Condesa.

Gabriella Erzsébet (o Alžbeta = Isabel, Elísabeth) Báthory-Nádasdy de Ecsed (Nyírbátor, Hungría; 7 de agosto de 1560 - Castillo de Čachtice, actual Trenčín, Eslovaquia, 21 de agosto de 1614), aristócrata húngara, perteneciente a una de las familias más poderosas de su país.

Ha pasado a la Historia por una supuesta serie de crímenes vinculados con la obsesión por la belleza que le han valido el sobrenombre de "La Condesa Sangrienta". No obstante, numerosos historiadores contemporáneos consideran que estos crímenes pudieron ser invenciones de sus enemigos en un contexto político muy complejo para buscar su perdición y muerte, tal como ocurrió.


Gabriella Erzsébet o Alžbeta (elizabeth) Báthory-Nádasdy de Ecsed nace en una de las familias más antiguas y adineradas de Transilvania (Erdély en húngaro). Su nombre ha sido traducido también por Elízabeth. Fue hija que nació de un matrimonio consanguíneo, su madre Anna Báthory casó en terceras nupcias con su primo el Barón Jirî o György Báthory de Ecsed, teniendo durante el matrimonio 4 hijos, Erzsébet hermana de István Báthory (1533-1586), Gran Príncipe (Fejedelem) de Transilvania y rey de Polonia entre 1575 y 1586 y dos hijas más, Sofía y Karla Báthory. Entre sus familiares se encuentran personajes poderosos (un cardenal, varios príncipes y su primo Zsigmond Báthory que fue Gran Príncipe de Transilvania, mediante su matrimonio con la princesa María Cristina de Habsburgo). Pasó su infancia en el castillo de los Ecsed (actualmente conocido como castillo de Čachtice o Csejte, su nombre húngaro). Se dice que a los 4 ó 5 años de edad la pequeña Erzsébet sufrió de violentos ataques: puede que padeciera epilepsia o alguna otra enfermedad neurológica; en todo caso, remitieron cuando aún era pequeña.

Como era corriente en la época, a los once años fue prometida al Conde Ferenc Nádasdy de Nádasd y Fogarasföld, quien le doblaba la edad. Un año después, la enviaron a vivir en el castillo de los Nádasdy, para que fuera conociendo a su nueva familia. Nunca hizo buenas amigas con su suegra, Úrsula, matriarca del clan; al parecer, la joven Báthory hacía valer el rango superior de su apellido con una frecuencia que la enojaba.

A los trece años quedó embarazada de uno de sus sirvientes. El muchacho fue castrado y arrojado a los perros, y Erzsébet enviada a otro remoto castillo familiar para que pariera. Se hizo desaparecer al bebé.

A diferencia de la mayoría de mujeres (y hombres) de su tiempo, Erzsébet había recibido una buena educación y su cultura sobrepasaba a la de la mayoría de los hombres de entonces. Era excepcional, "hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear ni escribir [...] hasta el Príncipe de Transilvania era prácticamente analfabeto". Cada detalle de su vida nos muestra a una persona muy inteligente, en total control de sus facultades mentales.

A los 15 años, en 1575, se casó con Ferenc, que entonces contaba 26 años de edad. La ceremonia tuvo lugar con gran lujo en el castillo de Varannó (su nombre eslovaco es Vranov nad Toplou); incluso se invitó al emperador Maximiliano II, que no pudo acudir. Fue Ferenc quien adoptó el apellido de soltera de su esposa, mucho más ilustre que el suyo. Se fueron a vivir al castillo de Čachtice, en compañía de su suegra Úrsula y otros miembros de la casa. El joven conde no pasaba mucho tiempo por allí: la mayor parte del tiempo estaba combatiendo en alguna de las muchas guerras de la zona (empalando a sus enemigos sin compasión), lo que le mereció el apodo de "Caballero Negro de Hungría". Existe registro epistolar de cómo Ferenc y Erzsébet intercambiaban información sobre las maneras más apropiadas de castigar a sus sirvientes, esto era normal entre los nobles de la época. Las posesiones de esta pareja de nobles húngaros eran enormes, y se requería además un férreo control sobre la población local, de origen húngaro, rumano y eslovaco.

Ferenc y Erzsébet apenas se veían debido a las actividades guerreras del primero, así que no fue hasta 1585, diez años después de su matrimonio, que la condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio también a luz a Úrsula y Katrynna. Finalmente, en 1598, alumbró a su único hijo varón, Pál.

En la gélida mañana del 4 de enero de 1604, el Caballero Negro de Hungría murió de súbita enfermedad durante una de sus batallas y dejó viuda a Erzsébet, que contaba con 44 años. Es aquí cuando comienzan sus supuestos crímenes. Para empezar, despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nádasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Erzsébet, se merecían.

Esto dejó a Erzsébet en una situación peculiar. Señora feudal de un importante condado de Transilvania, metida en todas las intrigas políticas de aquellos tiempos convulsos, pero sin ejército con que proteger su poderío. Por la misma época, su hermano Gábor se convirtió en Príncipe de Transilvania, con el apoyo económico de la riquísima Erzsébet. Gábor se metió pronto en una guerra con los alemanes; por complejas razones políticas, esto la ponía en peligro de ser acusada de traición por el Rey Mátyás II de Hungría -quien probablemente ambicionaba sus extensos dominios-. Viuda como era, se vio más vulnerable y aislada que nunca.




Las ruinas del Castillo de Csejthe o Cachtice, actualmente ubicado en Eslovaquia.


Es por esta época que empiezan a escucharse rumores de que algo muy siniestro ocurre en el castillo de Čachtice. A través de un pastor protestante local, llegan historias de que la condesa practica la brujería (explícitamente, la magia roja) y para ello utiliza la sangre de muchachas jóvenes -una típica acusación muy popular en la época, similar a las que se realizaban contra los judíos y disidentes-. Es curioso observar el paralelismo con Juana de Arco, acusada igualmente de brujería cuando su poder político se consideró peligroso para el sistema establecido. Mátyás ordena a un primo de Erzsébet enemistado con ella, el conde György Thurzó, que tome el lugar con sus soldados y realice una investigación. Dado que la señora de Báthory carecía de fuerza militar propia, no hubo resistencia.

Según la investigación del conde Thurzó, hallaron en el castillo numerosas muchachas torturadas en distintos estados de desangrado, y un montón de cadáveres por los alrededores. En 1612 se inició un juicio en Bitcse (Bytča en eslovaco). Erzsébet se negó a declararse inocente o culpable, y no compareció, acogiéndose a sus derechos nobiliarios. Quienes sí lo hicieron, por la fuerza, fueron sus colaboradores. János Ujváry, el mayordomo, testificó que en su presencia se habían asesinado como mínimo a 37 "mujeres solteras" de entre once y veintiséis años; a seis de ellas las había reclutado él personalmente para trabajar en el castillo. La acusación se concentró en los asesinatos de jóvenes nobles, pues los de las siervas carecían de importancia. En la sentencia todos fueron declarados culpables, unos de brujería, otros de asesinato y los demás de cooperación.

Todos los seguidores de Erzsébet, excepto las brujas, fueron decapitados y sus cadáveres quemados; éste fue el destino de su colaborador Ficzkó. A las brujas Dorottya, Ilona y Piroska les arrancaron los dedos con tenazas al rojo vivo "por haberlos empapado en sangre de cristianos" y las quemaron vivas. Erzsi Majorova, una burguesa de la zona acusada de cooperación, también fue ejecutada. Katrynna hija de la condesa, que con catorce años era la más joven de las ayudantes de Erzsébet, salvó la vida por petición expresa de una superviviente, aunque recibió cien latigazos en el cuerpo.

Pero la ley impedía que Erzsébet, una noble, fuese procesada. Fue encerrada en su castillo. Tras introducirla en su mazmorra, los albañiles sellaron puertas y ventanas, dejando tan sólo un pequeño orificio para pasar la comida. Finalmente el rey Mátyás II pidió su cabeza por las jóvenes aristócratas que supuestamente habían muerto a sus manos, pero su primo el Gran Príncipe de Transilvania le convenció para que retrasara el cumplimiento de la sentencia de por vida. Así es que la condenaron a cadena perpetua en confinamiento solitario. Esta pena implicaba también la confiscación de todas sus propiedades, lo que Mátyás venía ambicionando desde tiempo atrás.

El 31 de julio de 1614 Erzsébet, de 54 años, dictó testamento y últimas voluntades a dos sacerdotes de la catedral del arzobispado de Esztergom. Ordenó que lo que quedaba de las posesiones familiares fuese dividido entre sus hijos.

El 21 de agosto de 1614, uno de los carceleros la vio caída en el suelo, boca abajo. La Condesa Erzsébet Báthory estaba muerta después de haber pasado cuatro largos años emparedada, sin ni siquiera ver la luz del sol. Pretendieron enterrarla en la iglesia de Čachtice, pero los habitantes locales decidieron que era una aberración que la "Señora Infame" fuera enterrada en el pueblo, y además en tierra sagrada. Finalmente, y como era "uno de los últimos descendientes de la línea Ecsed de la familia Báthory" la llevaron a enterrar al pueblo de Ecsed, en el noreste de Hungría, el lugar de procedencia de la poderosa familia. Todos sus documentos fueron sellados durante más de un siglo, y se prohibió hablar de ella en todo el país.

Dos años después, las hijas y el hijo de Erzsébet fueron finalmente acusados de traición por el apoyo de su madre a la guerra contra los alemanes; Anna Báthory, una prima de la condesa, llegó a sufrir tortura por este motivo en 1618, cuando contaba 24 años, pero sobrevivió. Finalmente la mayor parte de la familia Báthory-Nádasdy huyó a Polonia; algunos retornaron después de 1640. Un nieto sería ejecutado en 1671 por oponerse al Emperador Alemán. En la Hungría contemporánea, Erzsébet Báthory está completamente rehabilitada y - al igual que Juana de Arco- muchos la consideran heroína nacional.

Los Archivos Nacionales de Hungría conservan abundante documentación sobre ella, particularmente cartas personales y actas del juicio. Sin embargo, sus míticos diarios, al igual que su retrato original, se hallan en paradero desconocido.

La leyenda

Según la leyenda, Erzsébet Báthory fue una cruel asesina en serie obsesionada por la belleza, que utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas para mantenerse joven en una época en que una mujer de 44 años se acercaba peligrosamente a la ancianidad. La leyenda cuenta que Erzsébet vio a su paso por un pueblo a una anciana decrépita y se burló de ella. La anciana ante su burla la maldijo diciéndole que ella también estaría como una vieja en poco tiempo.

Según el testimonio del conde György Thurzó (primo y enemigo de Erzsébet, nombrado investigador general por el Rey) cuando su hueste llegó al castillo el 30 de diciembre de 1610 no halló oposición, ni a nadie para recibirles. Lo primero que vieron fue a una sirviente en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo. En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraba, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. Y el diario de Erzsébet contaba día por día sus víctimas, con todo lujo de detalles, hasta sumar un total de 612 jóvenes torturadas y asesinadas. Por todas partes había toneles de ceniza y serrín, usados para recoger la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar. Debido a esto, todo el castillo estaba cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a podredumbre. Se decía que mientras su esposo estaba fuera, ella mantenía relaciones sexuales con sirvientes de ambos sexos, y se rumoraba que cuando tenía sexo con chicas no era raro que las mordiese salvajemente.

La «Doncella de Hierro», un sofisticado
aparato de tortura de la condesa Báthory.

Todo empezó en 1604, poco después de la muerte de su marido. Una de sus sirvientas adolescentes le dio un involuntario tirón de pelos mientras la estaba peinando. Al principio tuvo mucha suerte: la condesa reaccionó reventándole la nariz de un fuerte bofetón (cuando lo normal entre la nobleza de la época habría sido sacarla al patio para recibir cien bastonazos). Pero cuando la sangre salpicó la piel de Erzsébet, a ésta le pareció que allá donde había caído desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. La condesa, fascinada pensó que había encontrado la solución a la vejez, y siempre podría conservarse bella y joven. Todas las leyendas sobre canibalismo aseguran igualmente que la sangre humana prolonga la juventud. Tras consultar a sus brujas y alquimistas, y con la ayuda del mayordomo Thorko y la corpulenta Dorottya, desnudaron a la muchacha, le hicieron un profundo corte en el cuello y llenaron un barreño con su sangre. Erzsébet se bañó en la sangre, o al menos se embadurnó con ella todo el cuerpo, y probablemente la bebió, para recuperar la juventud.

Entre 1604 y 1610, los agentes de Erzsébet se dedicaron a proveerla de jóvenes entre 9 y 26 años para sus rituales sangrientos. En un intento de mantener las apariencias, habría convencido al pastor protestante local para que sus víctimas tuviesen entierros cristianos respetables. Cuando la cifra comenzó a subir, éste comenzó a manifestar sus dudas: morían demasiadas chicas por "causas misteriosas y desconocidas". Así es que ella le amenazó para que callase y comenzó a enterrar en secreto los cuerpos desangrados. Ésta es, al menos, la versión de este pastor, que fue quien la denunció "oficialmente" al Rey Mátyás a través de la curia clerical.

Más adelante, en la época en la que los errores de Gábor la pusieron en una situación política delicadísima, tomó la costumbre de quemar los genitales a algunas sirvientas con velas, carbones y hierros por pura diversión. También generalizó su práctica de beber la sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los hombros o los pechos. Para estas cuestiones privadas se apoyaba en la fuerza física de Dorottya Szentes, que aunque ya mayor, seguía siendo muy capaz de inmovilizar a cualquier joven en la posición requerida. Esto ocurrió mientras estuvo en Viena.

En 1609 Erzsébet, por la falta de sirvientas en la zona como consecuencia de tantos crímenes, cometió el error que acabaría con ella: utilizando sus contactos, comenzó a tomar a niñas y adolescentes de buena familia para educarlas. Algunas de ellas comenzaron a morirse pronto por las mismas "causas misteriosas y desconocidas". Esto no era raro en aquella época, con sus elevadísimas tasas de mortalidad infantil y juvenil, pero en el "internado" de Čachtice el número de fallecimientos era demasiado alto. Ahora las víctimas eran hijas de la aristocracia menor, por lo que sus muertes eran consideradas importantes. La bruja Darvulia le habría prevenido que nunca tomara nobles, pero esta anciana había fallecido algún tiempo atrás. Fue su amiga Erszi Majorova, viuda de un rico granjero que vivía en la cercana localidad de Milova, quien convenció a la condesa de que no pasaría nada.

Hacia el final, muchos cuerpos se ocultaron en lugares peligrosamente insensatos, como campos cercanos, silos de grano, el río que corría bajo el castillo, el jardín de verduras de la cocina... Finalmente, una de las víctimas logró escapar antes de que la matasen e informó a las autoridades religiosas. Esto era algo que había ocurrido varias veces en el pasado, con sirvientas; por ejemplo, en el otoño de 1609...

"...una joven de doce años llamada Pola logró escapar del castillo de algún modo y buscó ayuda en una villa cercana. Pero Dorka y Helena Jo se enteraron de dónde estaba por los alguaciles, y tomándola por sorpresa en el ayuntamiento, se la llevaron de vuelta al Castillo de Cachtice por la fuerza, escondida en un carro de harina. Vestida sólo con una larga túnica blanca, la condesa Erzsébet le dio la bienvenida de vuelta al hogar con amabilidad, pero llamaradas de furia salían de sus ojos; la pobre ni se imaginaba lo que le esperaba. Con la ayuda de Piroska, Ficzko y Helena Jo, arrancó las ropas de la doceañera y la metieron en una especie de jaula. Esta particular jaula estaba construida como una esfera, demasiado estrecha para sentarse y demasiado baja para estar de pie. Por su [cara] interior, estaba forrada de cuchillas del tamaño de un dedo pulgar. Una vez la muchacha estuvo en el interior, levantaron bruscamente la jaula con la ayuda de una polea. Pola intentó evitar cortarse con las cuchillas, pero Ficzko manipulaba las cuerdas de tal modo que la jaula se balancease de lado a lado, mientras que desde abajo Piroska la punzaba con un largo pincho para que se retorciera de dolor. Un testigo afirmó que Piroska y Ficzko se dieron al trato carnal durante la noche, acostados sobre las cuerdas, para obtener un malsano placer del tormento que con cada movimiento padecía la desdichada. El tormento terminó al día siguiente, cuando las carnes de Pola estuvieron despedazadas por el suelo".

Esta descripción tiene su parecido con otro artilugio de tortura utilizado por Báthory, llamado Doncella de hierro, la cual era una especie de sarcófago que reflejaba la silueta de una mujer y que por dentro tenía afilados pinchos. Este artilugio se abría para introducir a la víctima y luego encerrarla para que los pinchos se le incrustaran en su cuerpo.

Es imposible saber, hoy en día, qué sucedió realmente. Desde el punto de vista psiquiátrico, Erzsébet Báthory sería una anomalía que se sale del patrón común a todos los asesinos en serie conocidos. En la época era común castigar cruelmente a siervos y pupilos, y ejecutar incluso a pequeños delincuentes de las maneras más espantosas. Puede que Erzsébet fuera inocente, y sólo se comportara como una noble más de su época. Quizás fuera sádica, y en consecuencia se aplicara especialmente a la hora de imponer disciplina, o incluso obligara a sus sirvientas a tomar parte en prácticas sadomasoquistas más o menos extremas; de nuevo, ninguna novedad para la nobleza de su tiempo, cuya impunidad y poder legal les permitía tratar a la servidumbre como quisieran. O quizás fue realmente una torturadora y asesina en serie amparada en su status, que sólo se perdió cuando por falta de nuevas víctimas entre la plebe recurrió a las hijas de la nobleza menor que formaba.